EL PROCESO TERAPÉUTICO DE OCTAVIO REJUELA: UNA TRAVESÍA HACIA LA RECUPERACIÓN ©

 

CRÓNICA DE UNA REHABILITACIÓN EMOCIONAL

En el invierno de 2020, Octavio Rejuela cruzó por primera vez el umbral de un consultorio terapéutico. Era un hombre latino de 33 años, marcado por los estragos de una profunda depresión que lo había sumido en una existencia gris, carente de energía, motivación y placer. Aquellas cosas que antes le daban sentido y alegría, ahora le parecían distantes, inalcanzables. La tristeza y la desesperanza se habían apoderado de sus días, y los fracasos laborales y amorosos se convirtieron en los detonantes de su estado de ánimo, en un ciclo de aislamiento y autocrítica que lo alejaba de quienes lo querían.

EL INICIO: DE LA RESISTENCIA A LA APERTURA

Octavio llegó cabizbajo, su aspecto desaliñado y su actitud reflejaban un desacuerdo tácito con el proceso que estaba por iniciar. Murmuró su descontento, dejando claro que no era una decisión propia, sino más bien una ruta que le habían

impuesto. Fue su hija quien, preocupada por el deterioro psicológico y social de su padre, solicitó ayuda profesional. En las entrevistas iniciales, la joven expresó con nostalgia y dolor: “Mi padre siempre fue una persona alegre, presumida, inteligente… era mi modelo. Sin embargo, ahora no sé qué pudiera decirle”.

Las primeras sesiones no dieron los frutos esperados. Ni la persuasión del terapeuta, ni las garantías de confidencialidad, ni el soporte emocional, lograron romper el muro de resistencia de Octavio. Permanecía al margen, sin involucrarse en las actividades sugeridas, manteniendo una postura de desconfianza y lejanía. Ante este panorama, el terapeuta optó por no forzar la situación. Decidió ganarse la simpatía de Octavio tratando temas que habían sido de su interés y explorando aspectos ligados a sus habilidades y destrezas. Este cambio de enfoque fue el primer paso para crear una alianza terapéutica basada en la comprensión y el respeto por los tiempos del paciente.

DESCUBRIMIENTO Y AUTOCONOCIMIENTO

El avance del tratamiento fue lento pero progresivo. Poco a poco, Octavio comenzó a involucrarse en las conversaciones, permitiéndose expresar sus emociones y pensamientos. Su primera apertura significativa fue una frase que combinaba la confusión y la autocritica: “No sé qué rayo me pasa… soy un desgraciado, nunca he podido lograr lo que quiero, ni en el trabajo ni en el amor, ni en nada”. Ante esta declaración, el terapeuta le preguntó en qué se apoyaba para llegar a tal conclusión, abriendo así la puerta a una reflexión más profunda.

Ese momento marcó el inicio del uso productivo de la terapia. Octavio empezó a desbloquear recuerdos y sentimientos que había mantenido ocultos. Expresó que había estudiado una profesión que no le gustaba y que eso lo había condenado a desempeñar un trabajo que sentía mediocre, lo que lo había llevado a recibir críticas, advertencias y avisos de despido, principalmente por parte de sus superiores, pero, sobre todo, por sí mismo. Reconoció que ésta era la raíz de su situación actual.

En cuanto a su vida amorosa, relató que había tenido múltiples relaciones, pero ninguna había prosperado. “Tampoco ahí he tenido suerte”, confesó. Más tarde agregó: “La culpa ha sido mía, no he elegido bien… No sé aun ni siquiera lo que quiero”.

ESTRATEGIAS TERAPÉUTICAS: EQUILIBRIO ENTRE EL CORAZÓN Y LA MENTE

El terapeuta, en su búsqueda por ofrecer apoyo, sugirió que quizá era el momento de reflexionar sobre su vida. Coincidió con Octavio en que no hay nada más terrible que dedicar toda una vida a hacer algo que no nos gusta, e invitó a considerar una máxima esencial: “Las decisiones en la vida no sólo deben partir de las emociones del corazón, deben considerar la inteligencia del cerebro”.

Esta dualidad, entre emoción e inteligencia, se convirtió en el eje de la terapia. El profesional propuso que Octavio centrara su atención en la visualización de lo que él llama “el regalo supremo”, el objetivo vital al que debe dirigirse cualquier toma de decisiones. De este modo, se planteó que Octavio reflexionara y actualizara su autoconcepto, con la finalidad de desembocar en un proyecto de realización personal.

LA CONSTRUCCIÓN DEL PROYECTO PERSONAL

La tarea encomendada a Octavio fue introspectiva y desafiante: debía pensar a fondo en lo tratado durante las sesiones, identificar sus verdaderos deseos y necesidades, y plasmar un proyecto que lo reconciliara consigo mismo. El proceso de elaboración fue laborioso, marcado por dudas, revisiones y enriquecimientos constantes. El terapeuta acompañó al paciente en la discusión y evaluación de los pros y contras de su plan, animándolo a identificar sus fortalezas y áreas de oportunidad.

El proyecto final representó un punto de inflexión. Octavio reconoció, a través del trabajo terapéutico, que sus decisiones pasadas habían estado influenciadas por expectativas ajenas y por el miedo al fracaso, más que por sus verdaderas pasiones. Aprendió a distinguir entre las exigencias externas y sus deseos internos, permitiéndose soñar con una vida en la que pudiera conjugar razón y emoción de manera equilibrada.

RESULTADOS Y REHABILITACION

La rehabilitación de Octavio fue un proceso largo, marcado por avances y retrocesos, pero también por descubrimientos significativos. A través del trabajo terapéutico, fue capaz de identificar los patrones de pensamiento que lo habían sumido en la depresión, comprender la importancia de la autoactualización  de la experiencia vital y la necesidad de comenzar a reconstruir su autoestima.

Poco a poco, recuperó la energía y el interés por actividades que alguna vez le proporcionaron alegría. Se reconcilió con su historia personal, aceptó la posibilidad de fracasar y aprendió a valorar sus logros, por pequeños que fueran. Los vínculos familiares se fortalecieron y el aislamiento social fue cediendo ante la apertura a nuevas experiencias.

La relación con su hija se transformó: de ser ella quien lo motivó a buscar ayuda, pasó a ser un apoyo mutuo, compartiendo momentos de complicidad y entendimiento. El terapeuta, por su parte, celebró cada avance, reconociendo que el verdadero éxito del tratamiento reside en la capacidad del paciente de tomar las riendas de su vida y dirigirla hacia el bienestar.

CONCLUSIÓN: UNA TRAVESÍA DE AUTODESCUBRIMIENTO

La historia de Octavio Rejuela es un testimonio de la resiliencia humana. Enfrentó la oscuridad de la depresión y, gracias al acompañamiento terapéutico y el apoyo familiar, logró construir un nuevo sentido para su vida. Su experiencia demuestra que, aunque el camino hacia la recuperación puede ser arduo, el proceso de autoconocimiento y reflexión puede abrir puertas hacia el crecimiento personal y la realización.

Al final, Octavio descubrió que la armonía entre el corazón y la mente es fundamental para tomar decisiones acertadas y vivir una vida plena. Su trayecto es ejemplo de cómo, con paciencia, empatía y compromiso, es posible transformar el dolor en aprendizaje y encontrar el “regalo supremo” que cada persona merece en su existencia.

NOTA: Las fechas, datos personales y locaciones han sido sustituidos para proteger la identidad del paciente.

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