UNA TARDE CON JACINTO MARIÑO: ENTRE LA ANSIEDAD, LA NOSTALGIA Y LA ESPERANZA ©
CRONICA DE UNA PRIMERA CONSULTA PSICOTERAPEUTICA.
Era la tarde del 22 de febrero de 2021. El reloj avanzaba lento y la luz dorada del atardecer se filtraba a través de las persianas de la sala de espera, donde el bullicio habitual se sumía en un silencio expectante. En ese escenario, Jacinto Mariño, un hombre latino de 32 años, aguardaba su primera cita de terapia. Sus ojos reflejaban el cansancio de quienes han cruzado mares y fronteras, no solo físicas, sino también emocionales.
El terapeuta, lo invitó a pasar. El ambiente de la
consulta estaba cuidadosamente preparado para propiciar la confidencialidad y
la confianza: luz tenue, sillas cómodas, un escritorio con ordenada sobriedad y
una taza de té humeante que parecía invitar a la relajación. Jacinto ingresó
vacilante, con la incertidumbre de quien se enfrenta a lo desconocido, pero
también con la esperanza velada de hallar respuestas en ese espacio de escucha
y contención.
UN VIAJE RECIENTE, UNA HERIDA PROFUNDA
Las primeras palabras de Jacinto, al igual que los
primeros acordes de una melodía triste, revelaron la magnitud de su carga
emocional. Llegar a un país nuevo, solo, sin la compañía de su familia, había
sido tanto una aventura como una necesidad. La economía, ese motor implacable,
lo empujó a dejar atrás todo lo conocido. Pero, como si la nostalgia no fuera
suficiente, la infidelidad de su esposa, tras seis años de matrimonio y dos
hijos en común, le había sumido en un mar de bochorno y desconsuelo.
Vivía temporalmente con amistades coterráneas, personas
que compartían su idioma y acaso algo de su cultura, pero que no podían
sustituir el calor de lo propio. Como único sostén emocional, contaba con su
pareja actual, una joven paraguaya, con la que mantenía una relación llena de
contrastes, tensiones y dudas.
CELOS, OTELO Y EL MOUNSTRUO DE LA ANSIEDAD
Contrario a lo que podría esperarse, la relación con su
novia distaba mucho de ser un refugio apacible. El fantasma de la traición lo
perseguía sin tregua. Recordaba a Otelo, el trágico personaje de Shakespeare,
consumido por la celotipia y la desconfianza. Las diferencias culturales, los
matices en la forma de amar y las expectativas divergentes solo acrecentaban la
distancia entre ellos. Para Jacinto, la ansiedad, el estrés, la tristeza y la
inseguridad se habían vuelto parte cotidiana de su vida, a tal punto que “pensaba,
con resignación y temor, que quizá era mejor perder a su pareja que vivir en un
estado constante de zozobra”.
El relato de Jacinto era una especie de catarsis. Hablaba
sin tapujos, como quien por fin encuentra un oído confiable y un ser
comprensivo. El terapeuta, hábil en su escucha, supo otorgarle el espacio
necesario para que explorara sus emociones y reconociera los disparadores de su
malestar.
EL ENFOQUE TERAPEUTICO: REALIDAD, EMPATÍA Y REDUCCIÓN DE LA ANSIEDAD
El primer paso, tal como lo señaló el terapeuta, era
situar a Jacinto en un contexto más realista. En medio del torbellino
emocional, la mente suele deformar los hechos y magnificar los temores. Por
ello, era esencial trabajar juntos para reconciliarse con la realidad,
distinguir los hechos de las suposiciones y cultivar una perspectiva más
equilibrada.
A continuación, el clínico propuso enfocar las primeras
etapas del tratamiento en reducir la alta carga de ansiedad que tanto afectaba
a Jacinto. Explicó, con una analogía sencilla pero contundente, que la ansiedad
es a la mente lo que la diabetes al organismo: una afección insidiosa que, si
no es atendida, va destruyendo poco a poco, de manera casi imperceptible, el
bienestar y la salud mental.
El terapeuta empleó ejemplos de la vida real para
ilustrar cómo la ansiedad, en ocasiones, actúa como una alarma útil ante
peligros reales, pero, en la mayoría de los casos, funciona de manera
traicionera, generando percepciones y pensamientos profundamente
distorsionados. La mente, incapaz de diferenciar entre amenazas reales e
imaginarias, se convierte así en el principal generador de estrés.
EL EXILIO INTERIOR: NOSTALGIA, IDENTIDAD Y PERTENENCIA
La historia de Jacinto es, en el fondo, la de muchas personas migrantes. Dejar la tierra natal, separarse de los seres queridos y enfrentarse a una nueva cultura implica un duelo profundo. La nostalgia y el sentimiento de no pertenecer se vuelven compañeros inseparables. Para Jacinto, la soledad era un monstruo de mil cabezas, alimentado por el recuerdo de lo perdido y el temor a no poder reconstruir un sentido de hogar en tierras extrañas.
El terapeuta trazó con Jacinto una ruta hacia la
aceptación: aceptar el dolor, reconocer la legítima tristeza, pero también
abrirse a la posibilidad de forjar nuevas raíces. El proceso de adaptación es
arduo y, muchas veces, requiere reconciliarse con la propia historia, aprender
a perdonarse y cultivar la resiliencia.
LA "CATARSIS" COMO PUNTO DE PARTIDA
La oportunidad de verbalizar sus pesares resultó
liberadora para Jacinto. Pudo mirar de frente el dolor, sin juzgarse ni
reprimir sus emociones. Comprendió que la catarsis no es un fin en sí mismo,
sino el umbral de una transformación interna. Solo al reconocer la herida es
posible empezar a sanarla.
Durante la sesión, el terapeuta guió a Jacinto para
identificar los pensamientos automáticos que alimentaban su ansiedad y sus
celos. Juntos, analizaron las creencias irracionales y los miedos infundados,
con el objetivo de construir una nueva narrativa personal, menos marcada por el
pasado y más orientada hacia el futuro.
DESMONTANDO LOS MITOS: LA MENTE Y LA REALIDAD
Uno de los aprendizajes clave de la sesión fue comprender
que la mente, por naturaleza, tiende a crear escenarios catastróficos que rara
vez se concretan. La mayoría de las preocupaciones de Jacinto no tenían un
fundamento real, sino que eran, en gran medida, producto de su imaginación
desbordada por la ansiedad.
El terapeuta enfatizó que controlar la mente no significa
reprimir los pensamientos, sino aprender a mirarlos con distancia, a cuestionar
su veracidad y a redirigir la atención hacia lo que sí está bajo nuestro
control.
PRIMEROS PASOS HACIA LA RECUPERACIÓN
Al final de la sesión, Jacinto se retiró de la consulta
con una mezcla de alivio y escepticismo. Sabía que el camino por recorrer sería
largo y desafiante, pero ahora tenía herramientas concretas para empezar a
reconstruirse. La empatía y el soporte del terapeuta le ofrecieron un anclaje
en medio de la tempestad.
Las primeras tareas serían simples: practicar ejercicios
de respiración, identificar pensamientos distorsionados y buscar pequeños
momentos de bienestar en su vida cotidiana. La esperanza, aunque frágil,
comenzaba a germinar.
REFLEXIÓN FINAL
Esta primera sesión con Jacinto Mariño es un recordatorio
de la complejidad humana y de los desafíos que enfrentan las personas ante la
pérdida, el desarraigo y el dolor emocional. Pero también es un testimonio de
la capacidad de quienes buscan ayuda para transformar su experiencia y de la
importancia de encontrar espacios seguros donde la palabra y la escucha sean el
primer paso hacia la sanación.
Así, en la tarde del 22 de febrero de 2021, una puerta se
abrió a la posibilidad de un futuro distinto. Jacinto, como muchas otras
personas, comenzó a transitar el fascinante y arduo viaje de reconstruirse
desde la vulnerabilidad, en busca de una vida más tranquila y plena. (07-25-25)
NOTA: Las fechas, datos personales y locaciones han sido
sustituidos han sido sustituidas para proteger la identidad del paciente.
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