REFLEXIONES EN UNA MAÑANA DE PRIMAVERA: EL ENCUENTRO DE JOSEFINA Y SU TERAPEUTA ©
UNA HISTORIA SOBRE LA SOLEDAD, LA CAPACIDAD DE ADAPTACIÓN Y EL VALOR DE CADA ETAPA DE LA VIDA.
En una vibrante mañana primaveral del año 2018, la luz dorada se colaba por las ventanas de la ciudad, anunciando el renacimiento propio de la estación, y en ese aire de renovación, el terapeuta se preparó para visitar a Josefina Pelvianes. Ella, una mujer latina de 82 años poseía una larga historia de superación, marcada por una educación superior y una destacada carrera profesional en la que había alcanzado posiciones ejecutivas de alto nivel. Sin embargo, la vida la encontraba en un profundo estado de ánimo depresivo y ansioso.
A pesar de los
años, Josefina conservaba una vitalidad notable. Su rostro, aún delineado por
los rasgos de antigua belleza, reflejaba a la vez la constricción y el peso
emocional de quien atraviesa una tristeza honda. El terapeuta, fiel a su
propósito de entender y acompañar, inició la visita con la disposición de
permitirle expresarse con absoluta libertad, con la esperanza de que al
exteriorizar sus sentimientos pudiera comenzar a trazar un camino hacia la
sanación.
Josefina, siempre presta a descargar aquello que la aquejaba, no tardó en compartir el núcleo de su dolor. Expresó que la falta de apoyo cercano, por parte de las personas a quienes había ayudado, impulsado en sus estudios y respaldado económicamente en otros tiempos, le causaba una fuerte sensación de soledad, inutilidad e impotencia. Incluso, llegó a verbalizar la desesperanza que la embargaba, una sombra que se intensificaba por las limitaciones físicas inherentes a la edad avanzada. “Doctor: Cuando uno llega a esta edad ya no hace falta vivir más”, confesó, dejando entrever la magnitud de su sufrimiento.
Frente a esa declaración, el terapeuta no se limitó a escuchar, sino que analizó y discutió cada punto de vista de Josefina. Con delicadeza, le hizo notar que estaba enfocándose más en lo negativo que en los logros que había alcanzado a lo largo de su vida. Le recordó que no todas las personas tienen la oportunidad de llegar a esa edad con salud y fortaleza física, y, buscando aliviar el ambiente, añadió con un toque de humor: “Mi querida Josefina, su problema radica en que usted quiere funcionar como un auto nuevo y no como uno de uso”, recordándole que los achaques propios de la edad son inevitables y parte natural del proceso vital. La invitó entonces a reflexionar sobre esa perspectiva y a realinear su mirada hacia una visión más compasiva con ella misma.
A lo largo de la
sesión, el terapeuta introdujo el tema de las diferencias generacionales y de
cómo el “destete” emocional de los más jóvenes, sumado al avance de la
tecnología, puede crear brechas difíciles de cerrar para las personas mayores.
Le sugirió, no sin antes modelar algunas actividades, que la comprensión y la
adaptación a los cambios eran cruciales. Le habló sobre el poder de la
actividad física controlada, la dedicación a algún “hobby”, el descanso activo
y la realización de paseos extra hogareños como vías para combatir la soledad y
los sentimientos de ansiedad y depresión. Explicó que cada pequeña acción en
dirección a la vida podía, poco a poco, construir nuevos significados y
espacios de bienestar.
Josefina escuchó
con atención. Si bien la tristeza era profunda y los dolores de la vida pesaban
sobre sus hombros, la empatía y el apoyo brindados por el terapeuta abrieron
una brecha en la coraza que la envolvía. El diálogo permitió que la reflexión
comenzara a germinar en su interior. Revisaron juntos los recuerdos de los
logros pasados, las personas a quienes había ayudado y la contribución
significativa que había hecho a la vida de quienes la rodeaban. El terapeuta le
habló del privilegio de vivir, de que en cada etapa hay encantos y retos, y de
que siempre existe una razón para seguir adelante, por pequeña que parezca.
Al final de la
sesión, Josefina pareció más relajada y sonriente. El terapeuta pudo observar
el cambio sutil en su expresión: los surcos de la tristeza dieron paso a una
serenidad renovada, una chispa que anunciaba la posibilidad de reconciliarse
con el presente y abrirse a nuevos horizontes, incluso en la etapa tardía de la
vida.
EXPLORANDO LA SOLEDAD Y SUS RAICES
La historia de
Josefina es, en muchos sentidos, el reflejo de una realidad compartida por
numerosas personas mayores. La soledad, la sensación de inutilidad y la
desesperanza suelen ser compañeras de quienes han visto cambiar sus entornos
familiares, sociales y laborales. Tras una vida activa y significativa, la
jubilación y la pérdida de roles pueden provocar una crisis existencial.
Josefina, al igual que tantas personas, experimentaba la paradoja de haber sido
pilar y apoyo de su familia, y al mismo tiempo sentir que ese apoyo no se le
devolvía en sus años de mayor vulnerabilidad.
El terapeuta, al
permitirle desahogarse y expresar sus emociones, propició un ambiente donde la
validación de los sentimientos era tan importante como la búsqueda de
soluciones. Reconocer el dolor y la tristeza no significa resignarse, sino
aceptar la humanidad que subyace en cada experiencia vital.
LA IMPORTANCIA DE LA EMPATÍA Y EL ACOMPAÑAMIENTOA
lo largo de la sesión, el terapeuta demostró que el acompañamiento profesional va más allá de la aplicación de técnicas. Se trata de ofrecer una presencia genuina, de compartir el peso del sufrimiento y de modelar alternativas para afrontar la adversidad. El humor, el reconocimiento de logros, y la invitación a la reflexión sobre el valor de cada etapa de la vida ayudaron a Josefina a mirar su propia trayectoria desde una perspectiva más compasiva y esperanzadora.
La propuesta de
actividades físicas, “hobbies”, descanso activo y paseos extra hogareños
responde al entendimiento de que la acción es una herramienta poderosa contra
la depresión y la ansiedad. El movimiento, la creatividad y la interacción
social aportan significado y ayudan a reconstituir el tejido emocional.
PRIVILEGIO Y RESILIENCIA: MOTIVOS PARA SEGUIR ADELANTE
El diálogo sobre
el privilegio de vivir, los encantos de cada edad y la importancia de encontrar
razones para seguir adelante marcó un punto de inflexión en la sesión. Para
Josefina, reconocer el valor de su experiencia, sus aprendizajes y su legado
fue fundamental para empezar a mitigar el dolor de la soledad y la sensación de
inutilidad. La resiliencia, entendida como la capacidad de adaptarse y superar
las dificultades, se activa cuando se reconocen no solo los obstáculos, sino
también los recursos y oportunidades que aún están presentes.
EL CIERRE: UNA NUEVA PRIMAVERA INTERIOR
La mañana
primaveral con la que inició la historia se convirtió en metáfora de la
renovación que puede ocurrir cuando la empatía, el acompañamiento y la
reflexión se combinan. Josefina, aunque enfrentando los retos de la edad, halló
en la sesión una puerta abierta a la contemplación de lo vivido y la
posibilidad de construir sentido en el presente.
Como tantas
personas mayores, su historia es un recordatorio de que la vida, en todas sus
etapas, ofrece oportunidades de crecimiento y redescubrimiento. El paso del
tiempo transforma los paisajes internos, pero nunca elimina la capacidad de
encontrar belleza, propósito y compañía. La comprensión, el respeto y el apoyo
son fundamentales para que cada persona, sin importar su edad, pueda vivir con
dignidad, esperanza y plenitud.
Así, en esa
mañana primaveral, el terapeuta y Josefina protagonizaron un encuentro que fue
más allá de la consulta profesional: fue una celebración de la vida y un
susurro de esperanza para quienes, a pesar de la tristeza y la soledad, buscan
motivos para seguir adelante. (08-11-25)
NOTA: Las fechas,
datos personales y locaciones han sido sustituidos para proteger la identidad
del paciente.
Cada capítulo, un motivo más para reflexionar, una enseñanza para quienes de una forma.u otra han enfrentado situaciones como las expresadas, una luz para avanzar ante las abversidades. Gracias una vez más por compartir las historias.
ResponderBorrares un placer hacerlo
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